jueves, 18 de octubre de 2012
Antes
que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho tiempo que nadie se
alojaba aquí, y menos aún con la intención de quedarse. Ábreme bien de puertas y
ventanas. Que corra el aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que
a este azul se le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos.Y hablando
de ponerse, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi parte, lo
he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más. Puedes dejar
tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso seguir
encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos, teñidos de
ganas de no equivocarme otra vez. El espacio es tan acogedor como me permite mi
honestidad. Ni muy pequeño como para sentirse incómodo, ni demasiado grande como
para meter mentiras.Mis recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas
de zapatos gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que
está fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso.El
interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus sonrisas.
Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a carcajadas, no vayas a
fundirlo de sopetón. No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la
pones tú.Y hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre
estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua fría, eso
es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a entrar pasados
unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo que tenemos los de la
vieja escuela, que a estas alturas ya no nos fabrican ni los recambios. Tampoco
acaba de funcionarme bien la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más
de un lavado, es inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se
acabarán gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y
en su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las sábanas, que
las mías lo aguantan todo. Para a acabar, te he dejado un baño de princesa, una
cama de bella durmiente, un sofá de puta de lujo y algo de pollo hecho en la
nevera. Para que los disfrutes a tu gusto, eso sí, siempre que sigas reservando
el derecho de admisión. Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú.
Aquí no vienes a competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y
lo de dar explicaciones, para el señor Stevenson. El resto, no sé, supongo que
está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que falta
alguna neurona por amueblar, y que echas de menos, sobre todo al principio,
alguna reforma en fachada y estructura. Dime que tienes toda la vida,
y voy pidiendo presupuestos.Dime que intentaremos toda una vida, e
iré encofrando mis nunca más.
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